El fast fashion retail es uno de los mayores fenómenos del siglo XXI en cuanto a moda se refiere, lo que ha desarrollado toda una industria a su alrededor que, en ocasiones, carece de principios éticos y/o legales, todo ello con el fin de obtener mayor margen de beneficios por parte de los empresarios.
Dicho término está estrechamente relacionado con el de sociedad de consumo, puesto que éste último se define como un concepto o situación socioeconómica que engloba a todos aquellos estados con desarrollo industrial y producción capitalista en los cuales existe un consumo masivo de bienes y/o servicios, como consecuencia de una producción masiva, dando lugar a que, a menudo, la oferta supere a la demanda, siendo la moda parte de todo ese entramado de industrialización y capitalismo.
En cuanto a la producción en la industria del fast fashion retail, las grandes empresas están llevando a cabo el fenómeno de la deslocalización, es decir, trasladar sus centros de producción a países subdesarrollados, principalmente asiáticos, en los que la mano de obra es mucho más barata, con el fin de abaratar costes y aumentar su capacidad productiva, lo que conlleva a una obtención de un mayor margen de beneficios.
Adyacente a todo ello, se desarrolla el fenómeno de la explotación laboral, ya que los empresarios y dueños de las grandes marcas se aprovechan de la precariedad laboral existente en dichos países, de la falta de recursos y de información por parte de los trabajadores locales y de la escasa regulación laboral por parte de los gobiernos.
Asimismo, por parte de los consumidores, se da una ausencia de actitud crítica que favorece a los empresarios del sector, puesto que si nadie cuestiona la moralidad de las condiciones de trabajo, la sociedad seguirá comprando y ellos, como consecuencia, enriqueciéndose.
El hecho de la carencia de crítica por nuestra parte viene dada por el hecho de vivir en una sociedad desnaturalizada, excesivamente competitiva y envidiosa, con miedo sobre todo al terrorismo y a la corrupción de la clase política, totalmente fragmentada y sin la fuerza suficiente para luchar contra el sistema, por lo que la acción de irse de compras, entre otras, puede ser una vía de escape momentáneo de todo ese caos en el que estamos inmersos.
Por otra parte, pienso que se podrían crear modelos alternativos en la industria actual de la moda para luchar contra la explotación laboral en dichos países, pero creo que la solución más efectiva sería crear campañas de concienciación social y leyes reguladoras para ir acabando, poco a poco, con esta situación que sufren los trabajadores asiáticos del fast fashion retail.
Foto: https://thefotosgratis.eu/fast-fashion.html
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